“No estoy tan mal como para ir al psicólogo”. Esta es la respuesta de muchas personas cuando escuchan: «¿Por qué no vas a un psicólogo para que te ayude?».

En el artículo que escribí, en julio de 2015, para el blog de divanpsicologos.com, reflexionaba sobre esta cuestión.

Pero, ¿dónde está el límite entre estar mal o no estar tan mal? ¿Cómo se mide? El sufrimiento no tiene medida.

Cuando en la vida las cosas no marchan bien se sufre, aunque sea poco. Y si la situación no se soluciona, el dolor permanece, y hasta se acostumbra uno a que vivir así es lo normal. Aparece la tristeza, la pena, la resignación y la aceptación de que la felicidad sólo existe en las películas.

Tampoco ayuda mucho el que, cuando tú le cuentas a otra persona lo mal que estás, te diga: “lo tuyo no es nada, espera que te cuente…” Entonces te creas la sensación de que igual estás exagerando. Pero no estás bien. No es la magnitud del problema que tengas, porque a cada uno de duele lo suyo y no lo de los demás, y lo tuyo te duele a ti.

Por otro lado, están los amigos que te dan consejos. Como dar consejos sobre la vida de los demás es fácil, acabas recibiéndolos a granel. Aunque ni los quieras, ni los pidas.

Quizás es el momento de acudir a un psicólogo…

Puedes consultar el artículo completo en este enlace.

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