El pasado 24 de febrero impartí una charla en la Escuela Infantil Bosque Ternura sobre los miedos en la infancia.
Discurso de Clausura de la II Reunión Anual de la AAN
Aquí tenéis el discurso de clausura de la II Reunión Anual de la Asociación Aragonesa de Neuropsicología, que se celebró el pasado 19 de febrero.
Aspectos Neuropsicológicos y Psicológicos en el TDAH
A continuación podéis ver la ponencia que impartí en la Segunda Reunión Anual de la Asociación Aragonesa de Neuropsicología.
¿Tus Miedos no te Dejan Ser Feliz?
Este es el título del artículo que escribí recientemente para www.divanpsicologos.com, una plataforma web que ofrece atención psicológica online.
En él contaba una experiencia reciente que tuve con una madre después de una charla sobre los miedos infantiles. Me confesó que era consciente de que sus miedos no la dejaban ser feliz, y además se los estaba transmitiendo a su hija.
No hablamos de fobias, que tampoco dejan ser feliz, sino de pequeños o grandes miedos que van minando la vida diaria de muchas personas.
Miedo a decir una tontería, miedo a decidir, miedo a equivocarse, miedo a que pase algo, miedo al futuro, miedo a no caer bien a los demás, miedo al dolor, miedo a la enfermedad, miedo a la muerte, miedo… al miedo.
El miedo paraliza, y no deja avanzar.
Es posible que te hayas encontrado en una situación en la que te preguntas si tu vida sería distinta si hubieras hecho o dicho algo.
Una de las claves para ser feliz es ser uno mismo, ya que proporciona la agradable sensación de hacer lo que a uno le sale de dentro. El miedo bloquea y no permite que las personas desarrollen todas sus potencialidades.
¿Cómo puedo superar mis miedos?
La buena noticia es que el miedo se puede superar. Para ello hay que enfrentarse a él, de frente, cogiendo el toro por los cuernos.
Si tu miedo no te deja ser feliz, busca ayuda para superarlo.
Para leer el artículo completo http://www.divanpsicologos.com/blog/tus-miedos-te-dejan-ser-feliz/
¿Cómo Pueden Estar los Reyes Magos en Todas las Cabalgatas a la Vez?
“Mamá, Guillermo dice que los Reyes son los padres”. “¿Cómo puede ser que Melchor esté en una tienda y en la cabalgata a la vez?”. “A ese Papa Noel se le cae la barba, ¿es el de verdad?”. “¿Cómo saben los Reyes si me he portado bien o mal, ¿os chiváis?”
Preguntas como estas son habituales en esta época de año. La pregunta normal es ¿qué hacemos? ¿mantenemos la ilusión o confesamos la verdad?
Estas son las preguntas que me hizo la gente del Heraldo de Aragón y que publicaron en este artículo.
Lo normal es que los niños descubran la verdad entre los 8 y 9 años, ya sea por sí mismos o porque se lo ha contado algún amigo. Si a los 11 años todavía no lo ha descubierto, sí que conviene contárselo, ya que de lo contrario sus compañeros podrían reírse de él. Aunque también hay que tener en cuenta que el niño puede saberlo y no haber dicho nada.
Los padres no debemos sentirnos culpables por estar «engañando» a nuestros hijos. La imaginación y la fantasía son fundamentales en la infancia, y son necesarias para su desarrollo psicológico. Por eso no hay que negarles la ilusión de los Reyes Magos, de Papá Noel o del Ratoncito Pérez por pensar que se les está mintiendo.
¿Debemos adelantarnos o esperar a que los niños pregunten?
Las dos opciones son válidas. Lo que es importante es estar preparado para saber qué responder cuando el momento llegue.
Conforme los niños van desarrollando su capacidad de pensar y razonar, lo normal es que se vayan dando cuenta de que hay cosas que no cuadran: mucha gente con regalos por la calle, es posible que descubran algún regalo escondido por casa, o que nos oigan colocando los regalos…
A la hora de contarles la verdad, la explicación debe ser clara y sencilla, en ella se deben incluir las creencias familiares y las tradiciones culturales que se quieran trasmitir. Es bueno insistir en que es algo que se ha hecho siempre desde el cariño. Si los padres lo consideran necesario, existen varias cartas que pueden ser de ayuda.
La primera reacción será posiblemente de sorpresa, o incluso de pena. Pero es muy fácil conseguir que se vuelvan a ilusionar desde su nuevo punto de vista. Ahora ellos son mayores y tienen la oportunidad de continuar la tradición. ¡Ahora ellos son los nuevos cómplices de Papá Noel y los Reyes Magos!
¿Cómo hablar de la muerte con los niños?
El pasado viernes colaboré en un artículo del blog Cosas de Niños del Heraldo de Aragón.
En él expongo los criterios que estimo deben seguirse a la hora de hablar sobre la muerte con un niño.
Debemos hablar de la muerte con naturalidad. Podemos aprovechar situaciones cotidianas para hablar del tema, como la muerte de un animal, la muerte de un personaje de una película o una noticia.
Y cuando son los niños los que preguntan sobre la muerte, debemos proporcionar una respuesta adecuada a su edad, y no dar evasivas y cambiar de tema.
Pautas para Afrontar el Tema de la Muerte en Función de la Edad
Entre los 2 y 5-6 años piensan que la muerte es reversible, no tienen experiencias de la vida todavía para comprenderlo. Lo que ven en los dibujos animados es que se dan golpes y les pasan muchas cosas a los personajes y no les sucede nada. Si que algunas películas les van dando información: se muere la mamá de Bambi y el papá del Rey León. Recuerdo a mi hijo cuando fuimos a ver el Rey León que salió del cine preguntando si se iba a morir su papá, fue un buen momento para hablar del tema.
Entre los 5-6 y 9 años ya entienden que todos los seres vivos mueren, no solo las personas. Sin embargo todavía lo perciben como lejano a ellos. En estas edades lo asocian con esqueletos o con alguna otra imagen relacionada o con películas de miedo. Luego pueden tener pesadillas.
A partir de los 9 años ya entienden que la muerte es irreversible, y en ocasiones ya en edades más cercanas a la adolescencia, se comienzan a hacer preguntas filosóficas sobre la vida y la muerte.
Comportamientos que Debemos Evitar
Asociar la muerte con enfermedad. Si lo hacemos los niños tendrán miedo a ponerse malos.
Asociar la muerte con personas ancianas. Esto no es verdad, porque se muere a todas las edades.
Apartar a los niños y mentir para que «no sufran» cuando muere alguien cercano. Debemos contarles la verdad, modulándolo en función de su edad, pero siempre contando la verdad.
Para leer el artículo completo puedes seguir este enlace.